viernes, 12 de agosto de 2011

Francisco Pizarro: Voluntad Inquebrantable

Francisco Pizarro es el personaje que une dos mundos con visiones completamente distintas de su existencia, de su interrelación con sus semejantes, de su relación con su entorno: la naturaleza; es decir, con diferentes cosmovisiones del mundo que conocían hasta entonces.  Nacido en Trujillo, Extremadura, tanto la fecha de su nacimiento como los episodios que permitirían remontarse a la historia de su niñez su niñez y juventud son desconocidas.  Diversos autores, mediante análisis exhaustivos de su historia contada en crónicas, han determinado como fecha probable de su nacimiento el año de 1478.  De padre noble y madre proveniente de una familia plebeya de labradores, vivió en carne propia las humillaciones y maltratos de todo hijo bastardo de la época.  Su padre fue Gonzalo Pizarro y Rodríguez de Aguilar, se inició en la carrera militar a muy temprana edad, manteniendo una carrera intachable, a la altura de su clase noble.  La madre, de condición humilde, fue Francisca González, al parecer dedicada al servicio de una tía del noble Gonzalo Pizarro.  Esta cercanía permitiría se concrete una relación entre el joven noble Gonzalo Pizarro y la humilde Francisca Gonzales, dando como fruto el nacimiento de Francisco Pizarro, futuro hijo ilustre de Trujillo-Extremadura.
Mucho se ha escuchado hablar de la relación de Francisco Pizarro y la crianza de cerdos en su juventud – cabe señalar que históricamente la crianza de cerdos ha cumplido un papel importante en Extremadura –, pero en realidad no existen más que una historia, tildada como leyenda mal intencionada por diversos autores, cuya autoría es del cronista Francisco López de Gómara.  Dicho cronista que se hallaba al servicio de Hernán Cortez, paisano y rival de conquista de Francisco Pizarro, al parecer no dudo en mancillar el nombre del rival de su patrón y montó una historia al modo de Rómulo y Remo, pero con la diferencia de buscar humillarlo, contando que de niño fue abandonado en la puerta de una iglesia, llegando a ser amantado por una cerda, para luego de joven, ser reconocido por su padre y puesto a cuidar los cerdos de la familia.
Lo cierto es que tanto de su niñez como de su juventud es poco lo que se sabe con certeza.  Al igual que su padre, busco en la carrera militar un medio de encumbrase hacia la gloria, la misma que conseguiría después de mucho batallar, no en su tierra, sino en el Nuevo Mundo al cual llegaría para conquistar.  Francisco Pizarro es tildado de analfabeta, pero es de resaltar la determinación y astucia con la que actuó para conseguir las riquezas y el reconocimiento anhelado.  Su arribo y estancia en Centro América le valió para colmarse de experiencias y aprender sobre el Nuevo Mundo que él veía como la cúspide de sus sueños.  Es aquí donde él escucha hablar de las enormes riquezas del cacique Birú – probablemente es del nombre de este cacique que se originó el nombre de del Perú.  Su incursión al sur del continente americano se ve precedida por la conformación de la denominada Compañía del Levante, conformada por Francisco Pizarro, Diego de Almagro y Hernando de Luque.
El primer intento de conquistar y apoderarse de las riquezas del Perú se dio entre noviembre de 1524 y julio de 1525, constituyéndose en un fracaso debido a las dificultades encontradas y a la falta de recursos necesarios.  Es en este primer intento que arriban al denominado Puerto de Piñas, bautizado así por ellos por estar rodeado de bosques de coníferas; luego del desembarco se aventuraron tierra adentro sin obtener resultados favorables, mas bién todo to contrario, ya que no encontraron alimentos e incluso perdieron a un integrante de la expedición, el cual no resistió lo dificil de la incursión.  Luego llegaron al bautizado Puerto Deseado, donde se repitio la decepción de Puerto de Piñas al no encontrar provisiones.  Esta situación permitió que Francisco Pizarro demostrara sus dotes de líder, al convencer a sus hombres de no desistir de la expedición.  Debido a estas y otras situaciones, Pizarro decide retornar a buscar alimentos y enviar por refuerzos.  La espera se dió en un fortín indígena de apariencia en abandono, ubicado en las inmediaciones de la desembocadura del Río de la Espera.  Es aquí que Pizarro sufre un reves y casi muerto por los indígenas locales, siguiendo la misma suerte su socio Diego de Almagro.

El segundo intento, el cual se dió entre enero de 1526 y marzo de 1528, permitió a los socios de la Compañía del Levante cobrarse la revancha con los indios del fortín del Río de la Espera, acabando con ellos e incendiando el mencionado fortín.  Es este fortín al que Cieza de León denominó Pueblo Quemado.  Es durante este segundo intento de conquista que se sucita un hecho que fortalecería los deseos de conquista de Franciasco Pizarro, la expedición de reconocimiento de Bartolomé Ruiz de Estrada encontró una envarcación con diez indios que transportaban objetos y adornos de oro, plata, mantas, ropa de lana y algodón, collares de perlas y piedras finas, conchas rojas (spondylus) denominadas mullu y muy apreciadas por los indios.  A pesar de este importante descubrimiento, el descontento se apoderaba de las tropas de Pizarro, sucitandose un hecho muy recordado en la denominada Isla del Gallo, localizada en la bahía de Tumaco.  Aquí, trece hombres, luego de un corto pero impresionante discurso, decidieron seguir a Francisco Pizarro tras la busqueda de gloria y riquezas.  Estos hombres fueron conocidos como Los Trece de la Fama.

Es en el tercer intento que Francisco Pizarro logra conseguir el anhelado éxito, iniciado en abril de 1532.  Éxito que no le fue esquivo gracias a su voluntad inquebrantable.  Pizarro no dejó nada escrito, quien a pesar de ser analfabeto, no se amilanó ante las dificultades que se le pusieron en frente por más trágicas que fuesen y supo retar a su destino con la convicción de un ganador.  Construyó una fratría conquistadora, desplazando así a sus socios iniciales, compuesta por sus hermanos Francisco Martín de Alcántara, Hernando Pizarro, Juan Pizarro y Gonzalo Pizarro.    Luego de su arribo a tumbes, se dirigió a sur, llegando al valle del Chira y luego al de Piura donde fundaría la ciudad de San Miguel de Piura el 15 de agosto de 1532.  Acto seguido, Pizarro reinicia su viaje hacia el sur por los arenales de la costa, camino que prosiguieron hasta que se tomo la decisión de ir al encuentro del Inca Atahualpa ingresando a la sierra por el valle de Saña.  Mostrando sus dotes de estratega militar, Pizarro ya se había dado cuenta de la dolencia por la que pasaba el Imperio Inca y, supo aprovechar para su beneficio dicha situación.  Es así que Pizarro y sus hombres arribaron a la ciudad de Cajamarca el 15 de noviembre de 1532, quedando totalmente sorprendidos con la majestuosidad de dicha ciudad.  Luego de dos días de comunicaciones mutuas, el 17 de noviembre de 1532, Atahualpa es atrapado mediante una celada basada en su curiosidad y soberbia.  El resultado de esta trampa fue una verdadera masacre, no solo realizada por los españoles, sino también apoyados por esclavos de guerra e indígenas contrarios al Inca deseosos de obtener su liberación y autonomía.  Luego se suscitaron los episodios del rescate de Atahualpa, la muerte de Huascar y posteriormente la de Atahualpa.  De aquí en adelante, el dominio español se consolidaría teniendo como resultado que los indígenas que pertenecieron al Imperio del Tahuantinsuyo conocieran la pobreza, desconocida para ellos hasta antes del dominio español.  Nació la añoranza por los tiempos pasados, en que un Inca hecho dios, velaba por su bienestar en caso de desgracia, redistribuía los excedentes de los almacenes al ser renovados con productos nuevos y frescos.






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Fuente: Bernard Lavallé.  FRANCISCO PIZARRO: BIOGRAFÍA DE UNA CONQUISTA. Primera Edición 2005.

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